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Almas alimentadas

miércoles, 15 de junio de 2016

Título en mano


   Esta mi cuerpo en un valle, las montañas lo miran, sus picos se le ríen, a veces escala y llega a mitad y se cae. A veces a la cima, se burla de los picos, torpe al devolverle la burla, la misma naturaleza lo tira hacia abajo. Se rompe, se lastima hasta el alma. Qué iluso pensar en devolvérsela, pero también le aburre quedarse en la cima y decide acampar sobre sus pre cumbres, cosa que también se aburre allí.

   El viento sopla, lo tira de nuevo al valle. No tiene casa, tampoco refugio más que su hermosa alma. Ella, pobre, a veces este duda de su fortaleza, se siente mal, y es ella quien lo transporta, quien lo rodea de buenos aires, porque esta solo en ese valle.


   Las personas están detrás de las montañas, le cuesta pasar para encontrarse con ellas. No se queja de esa dificultad, porque le gustan los desafíos, pero queda un desafío más importante aún; es ganarle a sus malas ganas de aburrirse siempre en el mismo lugar, en la misma estación, esperando nada. Porque sí de avanzar estoy escribiendo, esta parado sobre sí mismo y no lo nota. Se pisa solo, se detiene por quizá quién sabe qué cosa.

   No es fácil comprender el dolor, si en cambio herir. Pero él se quiere, y un montón, a eso no le pongas dudas. La cuestión, es que esto no depende sólo de él. Tiene tantas ganas de salir de ese valle, que se olvida que allí obtiene algo que no se lo ha contado a nadie. Por eso tampoco vuelve con las personas a menudo. Allí, habitan los mejores y más placenteros pensamientos que le agigantan el espíritu.


   Se abalanza hacia la cima y extraña el valle, porque en el camino no encuentra pensamientos livianos. Lo que él no sabe, es que muy cerca de donde se encuentra, hay una bici y también un camino que lo puede llevar mucho más rápido y más fácil, pero nunca tiene tiempo para pensar en ello y menos que menos, para lo rápido y lo fácil.

lunes, 13 de junio de 2016

Básicamente



Foto por Stefania Fusch (Urdinarrain)



   Básicamente, vivir es convivir con hipótesis. Una persona interpreta de cierta manera lo que vive. Desde ese punto, otras lo entienden al sentirse identificadas, nada de lo que decimos es verdad absoluta. Una hipótesis nace desde la permanencia en un estado de sufrimiento, tanto como de alegría, luego de ese momento, se desarrolla la hipótesis. Sin embargo, hay personas que no se sienten identificadas con estas mismas, eso no quiere decir que no viven (porque lo hacen) sólo no aprendieron a razonar la hipótesis. ¿Qué quiere decir todo esto? Que hay personas que aceptan y otras no. Las primeras crecen, las restantes sólo existen.

   Estamos los que miramos para atrás, anhelando vivir aunque sea una época, intentando revivirla y, están los que sólo miran para adelante, o sea, a la nada. Ciegos, caminando, mirando hacia adelante, esperando vivir algo que no tiene vida. En cambio, los que miramos para atrás, vamos rellenando los huecos que quedaron, para transformar eso que tanto quieren mirar, los que andan ciegos.

   Es tan perfecto vivir, que le podemos dar vida a cualquier deseo y alejar uno que otro apagón. La música cura lo que el resto de las cosas no alcanzan, porque sólo el oído es capaz de ponernos en funcionamiento los sentidos que las palabras en un libro o en una pintura el color representan. Este, se encarga de centrar los mismos, para golpearnos fuertemente en el corazón y en el alma.

   Merecemos todo, es nuestra vida, lo que viene, lo que va, no te podes alejar tan fácil sin antes pasar por el fondo de tus sentidos.
Todavía no sé cuál es mi mejor yo. Estoy tratando de pasar por todos lados. Quizá de esa forma pueda maniobrar mejor o por lo menos eso estoy creyendo en este momento. Si de algo una persona tiene que estar segura, es de quererse por más que duela ser uno mismo y pasar por distintas paredes de laberintos que, algunos dan de comer, otros nos comen y también hay los que aplastan. Lo bueno, es que si seguimos de pie, siempre podremos contarlo y reírnos con o sin lágrimas; pero reír al fin.

   No precisamos mucho para andar. Sólo contar con nuestro cuerpo, espíritu y el deseo de afrontar distintas caídas, para ver cosas que, no por repetidas se vuelven aburridas, sino por una vaga costumbre. Encima que nos perdemos de un montón de cosas, vemos la misma gente aburrida una y otra vez, aun sin conocerte ni sentir alegría por verte. Así funciona esto. Estar es vivir, depender del aire, lo es. Sentarse bajo un árbol, escuchar a los pájaros… Sí vivir no es eso, no sé de qué se trata esta hipótesis.