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Almas alimentadas

lunes, 31 de octubre de 2016

6102/01/13



   Los deseos son mas bien una base de convicción que no se animan del todo ser actos, sin pasar antes por la mente a estancarse hasta el punto de reventar; transformando el dolor en objeto de victoria.

   No hace falta hablar en idiomas distintos para hacernos escuchar. En realidad, si queres ser escuchado tenes que ir a romper las reglas, después de allí te ven, te tratan (te maltratan), te abandonan; pero jamás dejas de creer en vos. Para que veas la importancia de reconocer los lugares por donde andas. Nunca hay que olvidarse que en el pestañeo abunda la sensación de sentirse adentro de los mismos deseos que te tiran para el suelo y te levantan sin decirte, ni mostrarte nada; el que dice y muestra, sos vos.


   Las letras dicen muchas cosas y cuando forman a la palabra, el cielo baja, y se posa arriba tuyo la divinidad que, de la mano del gozo, hacen parte a la posibilidad de alimentar una huella imborrable e inapelable. El único juicio posible acá es el nuestro con esta hoja, somos el juez, el victimario, y la victima. Somos los dueños del estrado y golpeamos el martillo cuantas veces queramos.

   Yo, sujeto y sujetado a la pobreza de mis acciones estancadas en el barro (barro que ha de secar cuando el sol alumbra y entonces saco el pie y el cuento del final nadie lo sabe, ni puede imaginárselo). Abrí los ojos: el cielo es nuestro mientras sigamos conectados a los deseos.




jueves, 27 de octubre de 2016

6102/01/72


Esta foto me la saqué sin saber que Bukowski tenía una parecida


A lo lejos vida,
bien al centro del corazón,
quién escucha las plegarias
acercándose al fogón.

El alma crece,
y en tu cintura un escuadrón
de placeres intangibles;
pilares de salvación.

Aquí escrita otra plegaria
preguntando siempre por vos,
cuanto cuesta lo divino,
cuanto amor es el perdón.

Enredarnos entre luces,
sostener el resplandor que,
en el cielo, se agiganta
y se proyecta un gran portón.

Donde cada cosa que uno dice,
queda grabada en los pies,
y el camino va trazándose,
cediendo, sabiendo que no es perder.

Resulta,
que todo el tiempo uno busca,
vaya a saber qué...

Después de un silencio,
uno comprende
y vuelve a pertenecer,
a unos ojos que brillan estén donde estén.




jueves, 20 de octubre de 2016

6102/01/02


  

   Me encantaría adivinar y escaparme de mí mismo cuando la tristeza me persigue y no me deja en paz. Es de las cosas más atrevidas que tiene la vida, viene sin permiso, derriba puertas (nunca le enseñaron a golpear) y derroca a cualquier rey que habite. No importa si el castillo es enorme, lo hará igual. No sé si la muerte le pisaría los talones alguna vez. Este envidioso sentimiento te pone a prueba a ver qué tan valiente sos, y salís a la calle a gritarle al mundo que hoy perdes de nuevo. Y no habrá ningún problema con ello. Nadie es un absoluto perdedor.

   Es tal la certeza describiendo miserias que ahora mismo me dan ganas de llorar, tragarme las lágrimas y reírme a carcajadas. Muchas veces fui el culpable, pero es depende de donde lo mires, en la soledad se aprende, si algo cabe rescatar, es que en el único lugar donde uno solo aprende y todas las voces dejan de asustarnos y entonan todas juntas, cantando distintos acordes, transmitiéndonos la paz que tanto necesitamos, es allí.

   Ser y encontrarse en el lugar correcto no depende de un lugar en sí, se logra a través de un pensamiento, ya que si de un lugar uno debe hablar, ese lugar es la calma.


sábado, 15 de octubre de 2016

6102/01/51



   Me largué a llorar. O sea, uno se lanza, si será difícil hacerlo que uno dice “me largué” como si fuese que pasamos un auto en la ruta, como si fuera algo que cambia de lugar. Largarse, animarse, a qué, pues a sentir ese alivio, a sentir que todavía estamos vivos, a creer que la oscuridad se aleja y puede volver a recomponerse uno. Sí que es duro el camino para el mejor trofeo de todos.

   La vida se trata de un montón de cosas que pasan adentro nuestro y son imposibles de explicar. A quién podremos engañar, yo una vez quise engañar a la gente, la quise engañar porque llega un tiempo en que se creen cualquier cosa, y cuando las cosas salen es muy difícil que frene y más cuando les gusta, viste.

   Soy partidario de que a la tristeza la encontramos con la sensación de que algo no esta encajando. Elegimos la nostalgia, las lágrimas, la piel de gallina, los labios quietos, los dedos tiesos, la inmovilidad instantánea. Desperdiciamos la tranquilidad del alma, los latidos cálidos, la sangre corriente, los pies sobrevolando, en fin, nuestras pertenencias más valiosas.

   Hay que ser maleducados, sin pedirle permiso al corazón, dándole pérdidas y descontrol. Jugando a ser maniáticos, despertando los viejos sabores. Ser malos soberanos.

   Podría acostumbrarme a pensar todo el día, es más, cuando avanzan, todo se transforma, pero no creas en verdad que moriría por hacerlo, no moriría ni a palos. Me estaría alejando más de lo que hoy estoy distanciado.

   ¿Cómo te digo que no, querida nostalgia? ¿Cómo despertar de lo que acaba de descontrolarme? ¿Por qué me toco levantarme? Si siempre es un sufrimiento padecer el resto del día.

   Es el cansancio, podré decir. Es la rutina, lloraré, pero puedo perdonarmeló. Todo es perdonable por más lejos que nos vayamos de nosotros mismos.


viernes, 7 de octubre de 2016

6102/01/70

               

Foto sacada cuando existía "La Tienda Disco"



   Cómo se supone que uno deba mantener una línea durante toda su estadía, a quién se le iba a ocurrir despertar en un mundo de olvidadizos. Despertar en el sentido de valorar, lo que venga, todo aquello que sirva para convivir aún mejor de lo hecho. Vos tendrás tus metas, ya sé, y yo las mías, ¿y lo demás qué?, ¿lo dejamos para cuando seamos viejos?, ¿volvemos a olvidarnos?

   Cada tres días somos los más fuertes, a los dos siguientes nos hundimos. No lo podemos evitar. Esa costumbre... Esa maldita costumbre de querer mantener todo en orden, cuando el orden degenera al ser. Decime, vos, que estas ahí clavado, pensando todo el día y te quedas callado. Decime cuanto vale gastarse, ponelo en una hoja, saca cuentas y contamelo. ¿Por qué elegimos a veces lo que más conviene y no lo que más dura? Qué ilusión, creer que todo mejora, ¡qué ilusión! Pero el hombre sin ilusión no vive demasiado, y menos que menos, quieto. A eso tampoco lo podemos evitar y siempre vamos a preferir sangrar, como buen samaritano, viste.

domingo, 2 de octubre de 2016

6102/01/10



   A veces encontramos cosas, obligados, o cansados de tanta desilusión. En verdad no importa el porqué, lo que importa es encontrar, tampoco nadie sabe qué, a mi me criaron así, buscando. Será por eso todo el tiempo busco aunque sea pensar para no odiar. Esta claro que no siempre se encuentran cosas buenas, pero nadie dijo que era obligatorio encontrarlas, sino sería muy fácil salir a la calle y olvidarse del mundo. Uno no puede alimentar al ego enceguecido en la búsqueda, a veces al mejor resultado le hace falta la chispa necesaria, o también, creíamos haberlo encontrado todo y recién comenzábamos a buscar. Qué se yo, viste, las cosas son necesarias hasta que volteamos la mirada y lo necesario pasa de ser obligación a pertenencia. En la pertenencia no se pueden subestimar cosas, y sino mirate lentamente.

   Las cosas no cambian, se realzan, van en direcciones contrarias y hasta nos chocan. Y, ese golpe, nos muestra cuanto dejamos en cada paso. Sí, una vez me obligaron a buscar y no encontré nada, quién sabe por qué en la obligación no hay resultado. Viste, vos no podes obligar a alguien a que te olvide, o quiera, o encuentre, esas cosas se dan por sí solas, y si no es así, fijate si todavía esta presente lo que obtuviste. Si lo esta, descaradamente sos una persona que no cumple con las palabras, las verdaderas palabras.


   Como quisiera encontrar la calma en un segundo, quisiera dejar de andar pensando en cosas que no devuelven alegrías. Nos hundimos solos (no me digas), si te digo, te digo todo lo que yo quiero. Porque si no te lo digo, te estaría obligando a dejar de buscar cosas, y a mí no me gusta obligar, y más aún, cuando uno deja de buscar, empieza a cavar su tumba.

   Alejate de mí, tan lejos como puedas, porque siempre vuelvo y destrozo cosas, siempre vuelvo yo a perder, aunque sea a mi humor a quien estoy dejando caer por el piso. Pero así empieza el calvario, dejando caer cosas, para después levantarlas y ponerlas donde estaban, por más que se encuentren hecha pedazos. Nada puede ir a la basura. Nada debe ir a la basura. Mas vale dejar las cosas ahí y visitarlas cada tanto. Si no hay cosas para romper y arreglar, no son verdaderas cosas.