Se despareja la vida en un minuto,
pero nunca fue que estuvimos hechos para andar acompañados,
siempre fuimos uno,
con el compartir,
con el acompañar,
con la ausencia del miedo,
con la certeza del valor.
Nos trajeron,
pensando que íbamos a poder soportarnos,
que íbamos a lograr desencadenar
un lote de sueños
que irían de la mano con nuestro presente;
y nos quedamos sin nada.
La vida nos mira pensante,
por si tomamos las partes y las unimos,
y nosotros creemos que ella nos va a entender;
pero eso no pasa,
la vida no nos entiende nunca
ni se pone en nuestro pellejo.
Ella cree en nosotros,
por eso aparece cuando más la necesitamos,
y nos quiere contar que sí,
que podemos alejarnos o acercarnos si así lo sentimos
y con lo que elijamos,
nos pondrá a nuestro otro yo en frente
para que comprendamos las cosas,
hasta el cansancio.
