¿Qué busca
el ser humano en verdad?, ¿deleitarse con sus gustos o acostumbrarse a ir
perdiendolós de a poco? Lo único que veo son quejas, están por todas partes, y
no hacen nada. Ellos, quienes todo el tiempo incitan a la violencia, y se
relamen las heridas otra vez sin perderle el hilo a ese aburrimiento impreso
actual. ¿Qué es lo que tenía que dejar uno para que otro aprenda y comparta?
Ah, sí, la sabiduría. Pero, ¿de que sabiduría hablaron los grandes?, ¿de
obtener un título?, ¿de contar todo el tiempo quienes queremos ser y cómo lo
estamos haciendo y exigir una devolución a tal acto de ignorancia?, ¿en qué
parte nos perdimos?, ¿estábamos pensando en otra cosa cuando debíamos
escuchar?, ¿será que queremos escuchar cuando nos conviene y generamos el
maleficio de mostrar que somos alguien, que tenemos el poder y la aptitud para
lograr lo que se pretende, que es triunfar y solo triunfar? Pero, ¿triunfar en
qué sentido?, ¿en ganar más o ganar mejor?, ¿de qué hablaron los grandes?, ¿de
confiar nuestras pertenencias ingratas a otros para que puedan lograr las suyas
o de alentarlos y fortalecernos? ¿Ellos estaban locos o somos nosotros que
vamos camino a ello al no recordar cuales fueron sus palabras, ni la motivación
que los llevo a compartir sus pensamientos? El pensamiento es la base de toda
convicción, ¿y qué es la convicción, sino una parte nuestra que espera siempre
en la vida? Tantos roles sin orientación, tantas palabras tiradas a la basura,
tanto progreso y el hombre sigue insistiendo por un sentimiento que viene
solamente cuando se desliga de lo que él llama vida.
Y ahora uno se pregunta si era lo que esperabamos, si era nuestro verdadero futuro, nuestro gran rol, nuestra puesta en escena. A veces uno piensa más allá, y sólo hace falta ver más acá, mirar un poco los pies, las cicatrices, escuchar a la conciencia, relajarse y disfrutar.