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Almas alimentadas

martes, 31 de octubre de 2017

7102/01/03


Foto por Stefania Fusch (Urdinarrain)



Si vas a fumar, hacelo con amigos,
nunca lo hagás estando triste;
tampoco fumés más de dos pitadas;
y si podés,
que esas dos pitadas sean suaves, no profundas.

Después contame.

No fumés por placer,
hacelo para relajarte y estar de buen humor
cuando el mundo tira las pálidas.

No te vas a convertir en ateo,
no te hará mala persona ni menos laburante.

No la usés como excusa
de que es lo único que te salva,
por más que te cagués de risa un rato.

Y si fumaste mucho
y te late fuerte el corazón
y se sentís mal,
tranquilo, respirá profundo y caminá;
no te quedés sentado.

Fumá para disfrutar los días de sol,
para leer o estudiar,
o comer cosas ricas o tomar mate o escuchar música.

Está todo bien.

A algunos no les gusta, como con todo,
y si no te animás, también está todo bien,
no te presionés, quizá no va con vos.

Nada de otro mundo.

Má, Pá, los quiero mucho
y a esto lo escribí sobrio:
a veces, cuando fumo,
pienso mucho en ustedes dos (grosos),
porque casi siempre ando pensando en otras cosas
y me gusta pensar en ustedes; bajo un cambio
y le pido a Dios que pueda disfrutarlos más.

Qué lindo es suspirar...


viernes, 27 de octubre de 2017

7102/01/72




Suelo extrañarme si no me respondo,
si no respiro profundo,
si no me siento a disfrutar el dia
aunque sea un minuto al sol.

Y en ese extravío
acontece lo que nunca queremos admitir,
qué es ser
nuestro propio defensor, abogado y juez.

Nadie cita a otro ni se escuchan
opiniones ni acusaciones.

Solo nosotros con todo lo antes nombrado
y con todo lo que falta nombrar.

¿Es necesario el rumbo?

 Sí.

¿Es adecuado el cambio?

Por supuesto.

No hace falta carecer de ideas
para saber lo que se siente estar en la nada.

No hay nada.

Pidamos un tiempo extra,
solo con la intención
de tomarnos en serio a los suspiros.

Son sabios; no mienten:
duran poco pero nos basta
para tener en cuenta donde estamos fallando, y donde sobramos.

Y en todo ese recorrido,
la muerte me muestra mi lugar, y la vida
se echa a reír porque sabe que me volveré a buscar.

Y me miro cada tanto,
con la esperanza de aprender a no seguir cayendo
siendo algo que no podré manejar jamás.

7102/01/72




Todos me pasan por al lado y me miran,
como si fuese plata que les debiera.

No sé qué ven,
no sé qué buscan ver ni me importa.

Ya no me importa.

Ahora yo soy el que va a mirarlos,
¿por qué debería virar hacia un costado
y dejar de hacer lo que más me gusta?

Me gusta mirar,
a todos por igual; para pensar, crecer,
ya que dar críticas malas no me gusta,
y cuando pasa,
prefiero siempre callarme.

Porque ofendo.

Y me arrepiento.

Y aunque sea un aprendizaje arrepentirse,
ya sé con qué cosas me encuentro.

Para lo único que me quedo en el molde.

Sí.

No me llama andar ofendiendo.

Me llama alentar.

A que sigás por tu camino,
sea cual sea, te apoyo.

Estés en drogas, o no; yo te apoyo.

Tengás psicosis, no la tengás; yo te apoyo.

No me respetés, o lo hagás; yo te apoyo.

Y siempre te tengo en cuenta.

Olvidalo a veces,
está bien cada tanto pegarse una laguna.

Me tocó esto, estar de este lado,
de los que tiran para adelante.

Si pensás algún día en la recompensa,
no la esperés tanto.

Ella quiere estar tranquila y que vos disfrutés las etapas.

7102/01/72




Todo aparenta calmarse
cuando distanciamos los cuerpos,
me lo cuenta una guitarra,
la noche y la luna,
la brisa,
y una voz fina, dulce, tierna.

Yo vengo del lado de los tiernos,
de los que no dudan
en amar y predisponen toda esa magia
que se necesita para hacerlo de verdad.

Me parece ahora; hablar de amor es lo correcto,
porque así lo siento, así me quiero,
y así me mimo y me entrego.

Ya me rompieron; cosa del pasado:
ando esperando que me vuelen la cabeza,
y no voy a enloquecerme más,
voy a caminar solo por la calle,
a llorar por la ausencia,
a mirar bellas personas pasear,
a rodar en la cama
hasta frenar al cerebro y dejar
de pensar en lo que quedó
y en lo que pudo haber sido más aún.

Las cosas duran
un tiempo relativo a la pasión
que se lleva adentro en los huesos,
y una vez que la piel se raja,
empieza a chorrear tiempo, y no para,
por más que lo chupemos o
lo tapemos con los dedos.

Sigue chorreando hasta secarse y hacerse cáscara,
para después romperla y comerla,
o tirarla, como le guste a cada uno.

Cuando se repara el corte,
queda una marca,
algunos le llaman cicatriz,
yo prefiero ponerle nombre y apellido.

Todas son por alguien o algo
que llama a alguien.
Ningún corte debe matar; sólo enseñar,
con todo el dolor, y lo que arrastre hasta ahí nomás.

Hasta ahí; no más: 
la vergüenza siempre va a sobrar.


jueves, 26 de octubre de 2017

7102/01/62



Foto por Stefania Fusch (Urdinarrain) 




   No hagás caso, al silencio en primer lugar, disfrutalo un rato pero no le hagás tanto caso, después de todo es un eco nuestro. No te violentes, deja que quien quiera pegar, pegue, y el que quiera seguir aguantando, aguante. Qué nos vamos a meter donde no nos incumbe, ¿para qué?, ¿para perder tiempo? Dejalas solas. A las ideas, digo. Dejalas tranquilas. Ellas saben moverse. Te ponen de pie. Te tiran al suelo. Y qué. Y qué queremos seguir contando. ¿Cuánto ganamos hoy? ¿En serio me decís? ¿Y la pobreza de otros por dónde andará? Nos metemos en esa de ayudar o es solo para giles que se creen compasivos? Vamos a ponernos de acuerdo. Yo la veía a mi abuela darlo todo, pero en ese tiempo no entendía. Yo pisaba las calles de tierras, pisaba el barro; pero no entendía. Yo jugaba bajo la lluvia, comí ranas, cacé palomas, trepé árboles; pero seguía sin entender. Me lo explicaron un montón de veces, y yo convencido decía, hay que agarrarlos de chiquitos porque de grande los perdemos. Y yo era un boludo, porque solo decía y no hacía. Qué podía entender, si no me faltaba la comida. Qué podía entender si usé ropa de marca alguna vez en la vida. Qué iba a entender yo, queriendo camuflarme con los mismos pero en distinta sintonía. No estaba errado, igual. Cada día fui metiendo los pies más en la tierra, como para llegar a comprender. Y siempre la tristeza se anteponía y no me dejaba pensar. Y me sentía un estúpido por llorar esa pena. En verdad me pregunto por qué: ¿dónde nació esa diferencia? ¿Con cuánto aporte se vuelve digna la acción para cambiar el porvenir? ¿Lo estaré haciendo ahora sin darme cuenta? ¿Estaré confundido leyendo a otros confundirse? ¿Qué debo pensar sobre mis penas? Esa incansable vuelta de tuerca que no para. Ese cuchillo que destripa sin cortar y extirpa nervios sin tocar. ¿Debería callarme ante mis sentimientos? ¿Debería dejar de lado mi lado sensible para que nadie descifre por los lugares que ando paseando? ¿Debería hacerle frente al egoísmo que me agarra de los pelos y los tira hasta arrancarlos y aún así, espero verlo crecer de nuevo? Cuándo, me pregunto yo. Cuándo es el momento de sentarse al lado del que sufre y compartirle una sonrisa, sabiendo que no va a ser la solución exacta, pero aún así hacerlo. Cuándo, me vuelvo a preguntar, fue que decidí acercarme a esa parte inquieta y pujante que buscaba enternecer constantemente los caminos de quién vendría y pasaría sin dejar una limosna, viendomé incomprendido e incompetente ante el caos de mi alma, que dicho sea de paso, es tu alma también. Nadie me obligó a equivocarme, fue necesario para ayudar a los demás, y por último a mí, como lo hacía mi abuela, incansables veces. Yendo a pata a los barrios para preparar “la fiesta de la torta frita y una chocolatada”: primero ellos, después vos, decía, y me moría de hambre, y me convidaban un pedazo. Tiempos que no veo ya. Porque seguro ando preocupado en esto. En hacer las cosas de corazón. Y me olvido a menudo de quienes menos tienen, porque Dios quiso crearme así. Y me acuerdo de la felicidad inviolable de los nenes que merecen mantener esa ilusión viva, faltandolé jamás un abrazo y una caricia. Ahora lo entiendo, un par de años después. Y seguro vos también lo entiendas, y te pongas en el lugar de ese a quién le falta un pedazo de alma y está ahí, en la dulce espera del sentimiento más sano que conocí: el compartir sin esperar recompensa, una caricia al alma a quien más lo ande buscando y por miedo calle, por inocencia o vergüenza, y se aleje más y más de esa divina presencia que es el humanismo de las cosas.


viernes, 13 de octubre de 2017

7102/01/31



Perdón, me enamoré. Te vi ahí, así, tan tranqui, te quise besar, y sobre todo recordar, por y para siempre, para ser mas consciente, más coherente, menos hiriente, mas compasivo, no tan terco, no tan duro, más vulnerable, mas sincero, más lindo, mirandoté a los ojos; qué lindo, a veces no te los miró como si fuese el último día, a veces solo miro porque recién me levanto y no me doy cuenta tu belleza. Ja, a todos nos debe pasar, eso de andar descubriendo detalles, pequeñitos, grandecitos, pogamoslé diminutivos, queda super tierno…

…Y nos volvemos más tiernos quizá, con ojos de león y piel de serpiente; la dejamos cada tanto perdida en este gran bosque que es la vida. ¿Y qué más queremos tener? Sí ya está. Pasó. Vino. Fuimos. Cerveza. Nos vamos. Whisky. No es foto, no sonrías. Todo bien, pero no estoy de humor. Tenés que saberlo. Si vos no lo sabés no le vería sentido decirseló a otra persona. Puedo subir, igual. Dejame tragar las pesadillas que ya me enfoco. Te voy a contar los secretos para estar de buen humor. Ay, sí. Obvio que puedo contarteló, amor.

miércoles, 11 de octubre de 2017

7102/01/30



Recopilé una serie de tuits:

   Las cosas simples a las cuales le buscamos la vuelta para decirlas más lindas; sofisticadas: no tienen precio ni desperdicio. Ojo, en una de esas sí, quién sabe, igual me quedo quietito acá, a veces nos hacemos mierda con solo pensar.

   Son todas especulaciones las que vemos. Hacé las cosas que dudas. Sacá tus propias conclusiones. No hay mejor profesor. Voy a escribir por todos los que algunas vez pensaron profundamente que las cosas iban a mejorar y eso no pasó: a todo lo feo que veas del mundo le voy a dar vida.

   Entre la locura y la hermosura. Ahí vamos rebotando. El que toque la luna, que traiga pedazos y la comparta.

   Agregame a tu lista de objetos usados. Pero ponele una cinta que diga "lo mejor no tiene precio".

   Ey, amigos tuiteros. Todo está más que bien. Hay que cantar más y pensar menos. Por más que te digan "lo hace siempre", "es así y tal", "lo conozco", no podés fiarte de eso. Las etiquetas no crean la realidad del otro. El mundo se pone del lado del que grita el dolor, parece. Mucho callamos ya, mucho perdimos, mucho nos entendemos quienes padecemos. Nada de lo que te pasa es personal. Todo es directamente relativo. Si de algo puedo estar seguro, es que el dolor no es nuestro. Es de todos.

   Tengo filosofía barrial bajo el brazo. Pero pocos lo van a notar. Andan perdidos mirando culos y fútbol. Son todas ideas raras y feas esas, las de pensar que algo siempre falta, que algo perdemos, que no ganamos. Y nada que ver. Si acá estamos.

   Me levanté seguro que me había dormido con la seguridad de levantarme bien hoy. No falla hacerse un ratito para proyectar un buen día.

   Pobres, los que me dejan de seguir o silencian mis tuits. Corazones duros que se hacen los sensibles. A vos no te da la nafta para acelerar. Por eso criticas.

   Sos una mezcla de fiebre de sábado por la noche y suicidio en el día domingo. Si eso pasa, algo no va.

   Está bien que nos duela. De otra forma nunca nos íbamos a dar cuenta que estábamos viviendo. No me voy a sentir triste por no tenerte; las personas se van o mueren todos los días. Duele que no me quieras, como decías que hacías. Beib. Vamos, che. Somos todos conocidos de la tristeza. No es cosa de otro mundo. En el desamor nos encontramos varios; entendiendo que no somos los únicos.

   Quisiste hacerme mierda. Te olvidaste que era escritor.

   Es cosa de la suerte todo. No te matés pensando. En mi biografía debería poner: hago catarsis en tuiter. Y otro renglón que diga: retuiteo pero no aprendo.

   Estoy empezando a ver que solo sirvo para cumplir ciclos. Quizá todos estamos para eso. Quizá nos enseñaron mal. ¿Yo existo en verdad? Ohrre. Para mí que no pensamos como creemos en verdad. Para mí que somos re habladores al pedo. Para mí que todo eso es normal. Para mí que se nos pasan algunos detalles. Para mí mostramos mucho más lo que no queremos que vean. Para mí que andamos queriendo ser mejor. Para mí que nos perdemos creyendo cosas que no existen. Para mí que en todo hay un poco de nosotros. Para mí que sí, que nada retrocede.

   No pueden silenciar a un tipo tan cool como yo. Onda. Tipo. Dale. ¿Cómo podemos sentirnos solos? Nos tenemos en tuiter. Somos una familia ya. Los quiero.

   Prefiero tuitear antes que repetirte las cosas. Hablenme de catarsis. Qué angustia que no se dejen querer.

   Cómo escriben de amor, digo, como sufren. Como hablan de amor, digo, como sienten. Como esconden el amor, digo, como lloran. Como critican al amor, digo, como extrañan. No quieras convencer ni dar tantas explicaciones (aunque te mueras por hacerlo). Algunos no aceptan los errores, algunos no perdonan.
¡Salú!



7102/01/11


Foto por Ruben Porudominsky (Perú)


   Ahora resta unir las partes, contando las del piso y las que nos quedaron colgando: todas deben tener su grado de exposición y en su máxima expresión. Les debe faltar dignidad, un poco de entretenimiento y también convicción; pero a pesar de todo eso, siguen rasguñando, pidiendonós a gritos: “no nos suelten, no nos dejen acá tiradas, no nos hagan esto. Después de tanto tiempo juntos, ¿cómo es posible que se olviden tan rápido y tan fácil de las emociones que les hemos regalado?” 

   Indignadas, las partes, terminan siendo esclavas; teniendo todo para escapar prefieren quedarse, pelear por su lugar, objetar, resistiendosé al paso del tiempo, frenando a los pies, obstaculizando las señales de tránsito. Es que no están haciendo nada malo, reclaman por lo suyo, la importancia, vanagloriandosé por todo lo vivido y lo enseñado. Ellas no son una cosa más que se caen al suelo por falta de voluntades, no son simples receptores que ahora sienten abandonar su propósito; son más que recuerdos por el aire gritando más de una verdad, festejando y a la vez llorando la separación que nosotros les ejercemos.

   Todo el dolor: todos los dolores están contados, no enumerados. Algo tan serio no debería clasificarse, solo tenerlos presentes, como algo inmortal y que aun después de muertos nosotros, se buscarán otras personas para continuar su estadía en las pieles que sean necesarias romper.

   Voy a dejar que me queme el sol, quizá de esa manera mis partículas se disuelvan en el aire y contagien al primero que cruce. Liberandosé de sus cargas, no sé si por excelencia o presunción, yo de muerto espero la paz, que el dolor haga lo que se le antoje, a la hora que se le antoje; pero no a quien se le antoje. Me voy a encargar de afirmarle que tenga cuidado con quién se meta, porque yo he sacado la fuerza para cargar con él, y no sé si otros podrán.