Un día se te aclaran todas las ideas, los miedos casi ni pesan (los sentís lejanos), ves que tus creencias más personales toman curso y esa paz buscada hace tanto tiempo está con vos presente y quizá nunca se fué, y ella fue quien estuvo agarrandoté de alumno y quien sufrió también con vos la transformación que venías soñando en las noches y encontrabas lejana en los días malos (como si fuese una persona la paz). Superar cosas no es tarea fácil y tampoco se enseña en ninguna facultad; se aprende caminando, en la calle, transpirando dolor y solo dolor, aguantando la sed, el hambre, el insomnio y todo ese menjunje que no nos deja vivir tranquilos y solo la música nos alivia. Qué palabra vieja y jodida, ¿no? Ahora es tiempo de disfrutar, sin engañarse por unos ratos que somos miseria y jamás la podremos dejar (va a volver, pero vamos a estar más fuerte).
Alejarme de todas las personas que quiero me ha enseñado muchísimo, me vi más sensible de lo que era, me vi más histérico, más miedoso; tuve que emprender viajes a lugares desconocidos e investigar el miedito a la vuelta de noche, cansado y solo. Y esto es muy importante. Aprender a andar solo, sin pensar que tenés a alguien para cobijarte al volver, y extrañar, y extrañar horrores, y seguir, tratando de enfocar las metas, las ilusiones; pero sobre todo creyendo, loco, qué lindo es creer que las cosas se pueden dar y qué lindo es hacerse la película con que lo soñado pasará y el miedo se irá, y la garganta ya no se cerrará más porque tendrá ganas de gritar y contarle a todos lo que venís arrastrando y siente tu corazón.
Sin querer me puse a prueba y lo sufrí; lo acepto: ahora es sinónimo de crecer, en sinónimo de grandeza, de oportunidad. Y amar es antónimo de peleas y dejar las cosas tiradas sin solución. Y seguro cambie de parecer más adelante, cuando más miedos me arrasen y descubra aún mucho más amor y valentía, o no. Entonces venga, me siente a escribir y diga: por acá era la cosa.